Uno de los mayores problemas del siglo XXI consistirá en administrar juiciosamente los recursos hídricos. El empleo de aguas de calidad inferior (p.e. aguas residuales, desagües o agua salobre) se convertirá sin duda en una práctica corriente a medida que las fuentes de agua dulce se vayan haciendo cada vez más escasas en todo el mundo. El reuso del agua mediante distintos niveles de tratamiento resulta conveniente para propiciar un mayor aprovechamiento de este recurso vital.
Como ya se ha mencionado, el abastecimiento de agua para la ciudad de Tijuana y Playas de Rosarito se realiza mayoritariamente a través del acueducto Río Colorado-Tijuana contando con una capacidad de 4.0 m³/s (este también aporta para las ciudad de Tecate). Con dicha aportación y la que se generará al entrar en funcionamiento la ampliación del acueducto para 1.3 m³/s adicionales, tenemos resuelto el abastecimiento de agua potable sólo para otra década más (2017), aunado a ello los antecedentes de escasez pluvial y por ende la pobre recarga de nuestros mantos acuíferos en la región, hacen necesario realizar un uso integral de este recurso y buscar otras alternativas para su suministro en el futuro. La rentabilidad en el aprovechamiento de agua residual tratada puede valorarse desde la perspectiva de una planta de tratamiento que produzca y comercialice el agua tratada a diversos usuarios, o bien desde el punto de vista de plantas de tratamiento que aprovechen el gasto producido para el consumo interno dentro de una industria o empresa.