La lluvia es muy importante, nos suministra el agua que necesitamos para vivir.
Pero la lluvia se está contaminando y en algunos lugares, en vez de ser ligeramente ácida y hacer bien, es casi tan ácida como el sabor del limón o del vinagre: es la temida lluvia ácida.
La lluvia ácida se produce cuando las gotas de agua que forman las nubes, reciben humo y gases tóxicos contaminantes del aire en las zonas fabriles, estaciones energéticas, de los gases de vehículos, etc.
Se forman ácidos que se precipitan a la tierra, en forma de lluvia, nieve o niebla.
Cuando la lluvia ácida se precipita a tierra es transportada hacia las corrientes de agua, por las aguas superficiales, acidificando los suelos y fijando elementos como el calcio y el magnesio que los vegetales necesitan para desarrollarse.
Los humos son inyectados en la alta atmósfera permitiendo ser arrastrados a cientos de kilómetros de su punto de origen por las corrientes de convección.
Hace mucho que sabemos que el smog (mezcla de niebla y humo) causa daños locales.
La destrucción que la lluvia ácida causa se ha hecho evidente en las últimas décadas y estamos preocupados.
¿Sabías que el pH es el símbolo que utiliza la química para medir la acidez o alcalinidad de las soluciones? Una solución neutra tiene un pH de 5,6 a 7 (la escala va de 0,0 a 14,0), por debajo de 5,6 se considera medio ácido y por encima de 7,0 medio alcalino. La lluvia ácida tiene un pH inferior a 5,6 y puede ir hasta 2,5 y a veces 1,5. El agua de las piscinas es controlada para verificar su pH.
Fuente:
Somosamigosdelatierra.org